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Inteligencia emocional: La clave del éxito en el deporte y en el trabajo
Por Paula Munera Belanger
La reciente Copa América 2024 no fue sólo una exhibición de destreza atlética, sino también un testimonio del poder de la inteligencia emocional (IE) en entornos de alto riesgo. Este acontecimiento, al igual que el lugar de trabajo moderno, puso de relieve el papel fundamental que desempeña la IE en la consecución del éxito y el máximo rendimiento.
La inteligencia emocional, la capacidad de percibir, aprovechar, comprender y gestionar las emociones, es cada vez más reconocida como una habilidad fundamental en el lugar de trabajo. Popularizada por el psicólogo Daniel Goleman, la IE abarca la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales. Estas competencias tienen un valor incalculable, sobre todo en situaciones de gran presión, como las que viven los deportistas en competiciones intensas como la Copa América.
En el ámbito empresarial, la IE es fundamental para fomentar una dinámica de equipo eficaz, inspirar el liderazgo y aumentar la satisfacción en el trabajo. Actúa como complemento de las capacidades técnicas, equipando a los profesionales para manejar con destreza las complejidades de las relaciones interpersonales y los factores de estrés en el lugar de trabajo. El creciente énfasis en la salud mental, especialmente a la luz de la pandemia mundial, ha impulsado a las organizaciones a dar prioridad a la creación de entornos que favorezcan el bienestar psicológico y el sentido de comunidad.
Los retos emocionales a los que se enfrentan los deportistas son similares a los que afrontan los empleados. Los futbolistas, sometidos al intenso escrutinio de millones de personas, deben mostrar compostura, concentración y trabajo en equipo, de forma similar a los empleados que se enfrentan a las exigencias de los plazos, las evaluaciones de rendimiento y los esfuerzos de colaboración. En ambos contextos es indispensable dominar la gestión del estrés, la comunicación eficaz y la motivación constante.
Además, la Copa América demostró que la resistencia y la adaptabilidad, que son aspectos integrales de la IE, distinguen a los excepcionales de los meramente competentes. Los equipos que demostraron la capacidad de recuperarse de las adversidades exhibieron las mismas cualidades que se celebran en el lugar de trabajo. Estos atributos permiten a los individuos y a las organizaciones prosperar en medio de los desafíos, subrayando el impacto transformador de la inteligencia emocional en el deporte y más allá.
A medida que avanzamos, las lecciones aprendidas de la Copa América pueden servir de valiosa información para las empresas que deseen cultivar una mano de obra resistente y emocionalmente inteligente.
Al adoptar los principios de la IE, tanto los deportistas como los profesionales pueden liberar todo su potencial, fomentando un entorno en el que la excelencia no es sólo una aspiración, sino un logro hecho realidad. La inteligencia emocional es, sin duda, el factor de cambio que necesitamos en el competitivo mundo actual.
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