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Los visibles y los invisibles
Los visibles y los invisibles
Por Memo Perez Lara
Por décadas, centroamericanos han cruzado la frontera de México en su camino a los EEUU.
Con datos de 2017, Se estima que cada año más de 450 mil personas, principalmente centroamericanas, cruzan México, según Christopher Gascon, representante mexicano de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Esto quiere decir que más de 1,200 personas cruzan a diario. Un flujo incesante de centroamericanos que se cansaron de la pobreza, de la delincuencia, de las pocas oportunidades de empleo, o que simplemente quieren una vida digna que sus países no les pueden o no les quieren ofrecer.
En últimos días, se ha hecho muy famosa la caravana de centroamericanos que actualmente cruza por México. Se calcula que hasta este momento, a finales de Octubre, ha llegado hasta a 7.000 migrantes, a pesar de que comenzó con unos cientos que salieron de San Pedro Sula, en Honduras.
Esta caravana ha tenido la atención mediática desde hace semanas. Se han escrito por millones de palabras las circunstancias puntuales del origen, la ruta, el cruce de la frontera, y los pormenores de esta movilización.
Pero…¿Qué hace tan visible a esta caravana, que comparada con el flujo anual de migrantes, podría parecer hasta minúscula?. Podemos plantear una teoría al respecto.
La virtud de esta caravana ha sido haber hecho visible el problema. Este grupo de personas se pusieron de acuerdo, se cansaron de las vejaciones, y decidieron dejar de pagar “coyotes” y traficantes. Marchar juntos, y protegerse unos a otros, en un viaje que individualmente de todas formas iban a emprender.
Los que se aventuran por sus propios medios, tienen que juntar mucho dinero, ahorros de meses o años. Se quedan endeudados, en otros casos, y tienen que lidiar con los “coyotes”, o traficantes de personas, que hacen negocios millonarios con los traslados. Y eso apenas es el inicio de los peligros.
Muchos, después de haber montado la bestia y haber hecho caminatas interminables, llegan a un feliz término de su travesía: los EEUU, la tierra prometida. Muchos otros se quedan en México. Algunos son sorprendidos y deportados. Y algunos simplemente desaparecen, y no se vuelve a saber de ellos.
México, como país, ha sido incapaz de proteger a sus hermanos centroamericanos. Los migrantes que osan iniciar la travesía, se enfrentan a penurias económicas, robos, violaciones, trata de personas, secuestros, y en el peor de los casos, asesinatos.
El Gobierno hondureño, por citar uno de los casos ejemplares, no fue capaz de darles a sus migrantes un lugar seguro y próspero para vivir. En medio de un conflicto político de legitimidad, aparece impotente y débil para siquiera esbozar una solución al problema.
Si una persona decide poner todas sus pertenencias en una maleta, tomar a su esposa y a sus hijos, y emprender una odisea incierta hacia un lugar lejano, hostil y desconocido, solo habla del fracaso de las políticas públicas, que han provocado la expulsión de sus propios hermanos.
México, más grande y más desarrollado, en teoría, está exactamente en la misma situación. Con políticas públicas que no han contenido la corrupción y el aumento de la pobreza, han expulsado a millones a que se valgan por si mismos en los EEUU.
Irónicamente, todos esos hermanos trabajadores que han logrado prosperidad en EEUU, por su esfuerzo propio, y de nadie más, ahora constituyen la segunda fuente de ingresos del país. Este hecho no es gracias al buen Gobierno. Es a pesar del Gobierno. Los migrantes, con su sentido de solidaridad con sus familias, no se han olvidado de mandar ayuda económica a los suyos. El buen corazón de los migrantes maquilla el pésimo actuar de las fracasadas políticas de Gobierno.
Esta caravana de migrantes, ahora famosa, todavía va a enfrentar la intransigencia del Presidente de los EEUU, Donald Trumo, que no va a dudar a utilizar al Ejército para que no penetren su territorio, alimentando la paranoia colectiva de algunos de sus conciudadanos.
Pero ahí van estos migrantes, caminando, poco a poco, con su objetivo en mente. Huir de la pobreza y la violencia, motivos universales de la migración.
Y si una virtud tuvo esta caravana, es que hizo visibles a los invisibles. A los que nos habíamos acostumbrado a barrer bajo la alfombra.